El artista asturiano Francisco Velasco (Pelúgano, Aller, 1955) presenta por tercera vez su obra en el Museo de Bellas Artes de Asturias. En esta ocasión, se trata de un proyecto específico creado para las salas y el patio del Palacio de Velarde titulado Litomorfologías: Almas Negras (III).
Francisco Velasco expuso por primera vez en el Museo en el año 1983. En aquel momento, la muestra estuvo compuesta por varias pinturas. Diez años más tarde, el artista allerano volvía al Museo aunque en dicha ocasión ya lo hacía con obra gráfica, medio que Francisco Velasco domina a la perfección y en el cual sobresale como una de las principales figuras del actual panorama asturiano.
Esta tercera muestra recoge una cuidada selección de sus estampas más recientes. El conjunto de las mismas comparte tres premisas que resultan fundamentales para acercarse y entender la obra de Velasco.
Por un lado, la litografía como técnica de partida que, a su vez, es combinada con otros procedimientos gráficos como la impresión digital, el grabado en relieve o la serigrafía. En segundo lugar, Francisco Velasco utiliza el papel como soporte principal y casi exclusivo de la estampa. Finalmente, el tercer punto a destacar es la utilización del color negro en sus múltiples gradaciones y matices. Un color que, como se puede comprobar, actúa como nexo conceptual y formal.
Si atendemos a la temática comprobaremos como la mayor parte de las obras se refieren a problemas y situaciones sociales complejas así como a la actual toma de decisiones políticas. Hechos, todos ellos, reflejados en los títulos de las obras.
En este sentido, un primer grupo temático se engloba dentro de la serie titulada Migraciones. En ella, a través de la representación de figuras humanas poco perceptibles que se mimetizan con el fondo oscuro y son representadas de forma aislada, como vagando sin rumbo, el artista pretende mostrar el drama social en el que viven. Dichas figuras aparecen inmersas en franjas y espacios de geometría irregular, entre secuencias cromáticas y rítmicas de blancos y negros, en busca de alguna luz. En otras ocasiones, se transfieren unos personajes silueteados linealmente e inmersos en fondos de exuberante tensión y complejidad donde dialogan lo opaco y lo transparente.
Las obras de esta serie forman polípticos que, intercalados con poliedros, buscan romper la bidimensionalidad de las estampas tradicionales, erigiéndose como una suerte de metáfora de la ruptura con el pasado.
Una de las partes más reseñables de esta muestra es la instalación Europa-Europeos: duelo a garrotazos, en clara alusión a la obra de Francisco de Goya, compuesta por 352 latas que, en su variado colorido, funcionan como contrapunto cromático del resto de las obras. En ella encontramos una mención rotunda a la actualidad y, por extensión, un sesgo político-social.
Siguiendo esta línea expositiva, la instalación titulada Retablo reflexiona sobre los apantallamientos visuales (pantallas digitales) que, en la actualidad, sustituyen a las antiguas iconografías de los retablos pero con el mismo deseo de adoctrinamiento.
Un segundo grupo de obras responden a planteamientos formales y conceptuales más acordes con la tradición abstracta del artista a lo largo de su trayectoria. A ella pertenecen obras como M-22 y L-323-S en donde una abstracción de corte simbólico toma el protagonismo.
Finalmente, por su despliegue e impacto visual, resulta indispensable citar la instalación que ocupa el patio del Palacio de Velarde titulada Ventolera y que reúne un total de 315 figuras realizadas sobre láminas de poliéster serigrafiadas y posteriormente troqueladas a partir de una litografía original.
La estructura y montaje de esta instalación se disponen a partir de las estampas serigrafiadas que emergen desde el suelo y se elevan, simulando una corriente de aire, hacia lo alto donde se transmutan en forma de pájaro.