La idea de lugar ha sido tratada por diversos autores como un espacio sobre el que se da una proyección psicológica, afectiva y emocional que permite sentir un grado de identidad con los elementos que lo constituyen y lo dotan de sentido. El lugar supone también una acotación territorial, un ámbito unificado separado del continuo espacial, que puede ser habitado física o emocionalmente y se opone por su propia naturaleza coherente a la experiencia del espacio ilimitado.
Este proyecto, realizado específicamente para el Museo, parte de la idea del lugar como metáfora de los procesos psicológicos y afectivos. La mirada y la experiencia crean el lugar, pero la atención se dispersa en el modo de vida actual, diluye su propia naturaleza y reduce sus posibilidades de ser fértil. Por otro lado, la experiencia está constantemente interferida y reducida a cánones de interpretación compartidos, superficiales e impuestos.
El lugar actual se muestra discontinuo y alterado permanentemente, las imágenes suplantan el espacio y la comunicabilidad absorbe la experiencia. En la mente colectiva lo banal y lo excepcional son indistinguibles. El sentido del lugar como espacio fértil de soledad y encuentro interior se extingue.
Sin embargo, el mundo de los anhelos y emociones es el mismo y el instinto de búsqueda permanece. La mirada que se dispersa no hace sino distraer temporalmente la necesidad de indagación y encuentro. El lugar contemporáneo no permite estar detenido en él, conlleva un estado de cambio permanente o un caminar constante, asumiendo el carácter metafórico y transitorio de todo lo visto. Cierta imposibilidad de conocer en la naturaleza otra cosa que lo que proyectamos en ella y a la vez la necesidad ineludible de dar curso al mundo interno a través de las imágenes del mundo exterior. Ahora, más que nunca, estas se revelan como construcciones artificiales, proyecciones, reflejos o deslumbramientos quizá ilusorios pero necesarios como camino.
La exposición se despliega a partir de dos elementos centrales: una pieza de vídeo y una instalación de luz y geometría. La primera puede verse como una reflexión sensorial sobre lo expuesto anteriormente a partir de imágenes de naturaleza en las que se introducen pasajes de Camus acerca de la imposibilidad de un conocimiento objetivo del mundo que se ven contrastados con otros textos en los que el paisaje es metáfora del devenir emocional.
La instalación de luz tiene un carácter inmersivo y de ocupación escultórica del espacio, creando un flujo de imágenes abstractas en cambio constante, que se proyectan a través de capas de telas semitransparentes, dando lugar a un espacio meditativo diseñado para ser habitado, al menos transitoriamente, por el espectador.
Javier Riera, 2021
El lugar discontinuo es el proyecto específico que el artista Javier Riera ha creado para las salas y planta baja del Palacio de Velarde y que estará en el Museo de Bellas Artes de Asturias desde el 4 de noviembre de 2021 hasta el 6 de febrero de 2022.