El Programa La Obra invitada tiene como misión traer al Museo de Bellas Artes de Asturias durante un periodo de tres meses destacadas obras procedentes de coleccionistas particulares o de otras instituciones nacionales e internacionales que contribuyan a reforzar el discurso de la colección permanente, bien porque permitan profundizar en aspectos ya contemplados por la colección, bien porque permitan cubrir lagunas que en ella puedan detectarse.
Claro ejemplo de su labor como retratista de su círculo íntimo es este cuadro, que representa al pintor asturiano Fermín Arango (Santalla de Oscos, Asturias, 1874-Pontoise, París, 1962). En este retrato Zuloaga mira a Arango de pintor a pintor, y por ello lo inmortalizada de cuerpo entero, en posición de tres cuartos, pintando un lienzo al aire libre en la cima de una loma. Arango aparece con la paleta y los pinceles en las manos, mientras una caja con otros pinceles, frascos y tubos de pintura se encuentra a sus pies y, algunos de estos últimos, sobre el mismo suelo. Una capa oscura, como la mayor parte de su atuendo, cubre su cuerpo. En su figura sobresale la cabeza, muy bien perfilada e iluminada, con su cabello y barba canos, así como con una penetrante mirada que se clava directamente en la del espectador. Toda la figura se recorta sobre un fondo aborrascado de grises nubarrones, característico de otros cuadros de Zuloaga. La pincelada es larga y notablemente empastada. En opinión de Javier Barón, “es seguro que Zuloaga vio en las facciones de Arango la nobleza propia del antiguo hidalgo español”, como las había observado también en su tío Daniel y en su amigo Pablo Uranga, a quien había hecho en 1905 un retrato que, según el citado autor, parece presagiar el de Arango.