Fecha de ejecución:
h. 1610-1614
Técnica:
Óleo sobre lienzo
Medidas:
70 x 53 cm
Procedencia:
Depósito del Museo Nacional de Escultura
Entre las obras destacadas que atesora el Museo de Bellas Artes de Asturias figura, ocupando un lugar privilegiado, el denominado Apostolado del Greco, conjunto de doce lienzos, de 70 x 53 cm., pintados hacia los años 1608-1614 por el artista con la colaboración de su taller. Los mismos fueron realizados para la devoción privada, el fomento del fervor religioso y la reivindicación del culto a los santos que la Reforma protestante rechazaba. Además, se trata, junto con el de la sacristía de la Catedral de Toledo y el del Museo del Greco de la misma ciudad, de uno de los apostolados más importantes realizados por el pintor candiota, independientemente de que en él esté ausente la figura del Salvador.
De entre los doce cuadros que componen esta serie destaca por su especial calidad el que representa la figura de San Pablo, que propiamente dicho no fue un apóstol de Cristo, pero que tradicionalmente se incorporó muy pronto a esta clase de conjuntos por su trascendental labor como evangelista y difusor del legado de Cristo. El personaje aparece representado, en este caso, de tres cuartos hacia la izquierda, sosteniendo con la mano derecha la empuñadura de una espada y con la izquierda un papel en el que puede leerse, escrita en caracteres griegos, la dedicatoria de la primera epístola de San Pablo a Tito, obispo de Creta. Una túnica azul verdosa y un manto carmín revisten al santo. Por otro lado, la mirada, ausente y melancólica a un mismo tiempo, transmite una singular gravedad y serenidad a todo el conjunto.
Esta obra sería reveladora del consumado estilo del artista, basado en la intensidad a la hora de comunicar emociones, la maestría técnica, la iluminación misteriosa y el vibrante colorido. La inscripción que figura en la parte superior del cuadro, con el nombre del personaje, no es autógrafa del Greco, sino que fue puesta muchos años después, en el último tercio del siglo XVIII, con motivo de la restauración a la que fue sometida la serie. Esta había sido adquirida en el segundo cuarto de la citada centuria por el asturiano D. Juan Eusebio Díaz de Campomanes. De ahí pasó, primero, al monasterio benedictino de San Vicente de Oviedo, y después, ya en el siglo XIX, al monje fray Atilano González Diego, que lo acabaría legando al monasterio de San Pelayo. Tras ser comprado en 1906 por D. Antonio Sarri y Oller, marqués de San Feliz, el Apostolado ingresó en el Museo de Bellas Artes de Asturias en 2002, como depósito del Estado español, a través del Museo Nacional de Escultura Valladolid, y mediante dación de Aceralia, Grupo Arcelor.